Aunque el mate sigue siendo la infusión nacional por excelencia, el café ocupa un lugar cada vez más fuerte en la rutina diaria de los argentinos. De hecho, Argentina es uno de los países sudamericanos con mayor consumo de café per cápita, con una media estimada entre 1 y 1,2 kilos por persona al año, según datos de la Cámara Argentina del Café y estudios privados.
La mayoría del consumo se da en el hogar. Más del 70% de los argentinos prepara café todos los días en su casa, sobre todo por las mañanas. El método más utilizado sigue siendo la cafetera italiana (moka), seguida por el café instantáneo, que conserva un fuerte arraigo en los sectores medios y mayores de 50 años. Sin embargo, en los últimos años creció notablemente el uso de cafeteras eléctricas, prensa francesa, V60, Aeropress y cápsulas en hogares jóvenes y de clase media-alta, impulsado por el boom del café de especialidad.
En el ámbito laboral, el café es sinónimo de pausa, estímulo y socialización. La mayoría de las oficinas y negocios cuentan con algún sistema de preparación (desde jarra hasta máquina espresso automática). También aumentó la cantidad de personas que llevan su café de casa en vasos térmicos o termos, una tendencia importada de culturas anglosajonas.
En cuanto al tipo de bebida más consumida fuera del hogar, el clásico café con leche lidera ampliamente, seguido por el cortado y el café solo o en jarrito. En los últimos años, se sumaron nuevas costumbres: flat white, cold brew, espresso doble, y combinaciones con leche vegetal. Aun así, el espresso sigue siendo la base de la mayoría de las preparaciones en cafeterías.
En términos de sabor, el consumidor promedio argentino todavía prefiere cafés de tueste medio a oscuro, más amargos, con cuerpo y crema abundante. No obstante, crece el interés por cafés con origen único, perfiles frutales y tuestes más claros, impulsado por el movimiento de café de especialidad.
Finalmente, las generaciones más jóvenes (millennials y centennials) muestran una mayor apertura a experimentar nuevos métodos y orígenes, y tienden a valorar aspectos como el comercio justo, la trazabilidad y la sustentabilidad del producto. Esto está dando lugar a una transformación lenta pero firme en los hábitos de consumo.