Una de las preguntas más frecuentes sobre el café descafeinado es: ¿realmente no tiene cafeína? La respuesta corta es no. El término «descafeinado» puede inducir a error, ya que no significa “libre de cafeína”, sino “con muy poca cafeína”.
Según las regulaciones internacionales —incluyendo la FDA en Estados Unidos y la UE en Europa— un café puede considerarse descafeinado si ha perdido al menos el 97% de su cafeína original. Esto significa que una taza de descafeinado puede contener entre 1 mg y 7 mg de cafeína, dependiendo del tipo de grano y el método utilizado.
Para ponerlo en perspectiva:
- Una taza de café normal (240 ml) puede tener entre 70 y 140 mg de cafeína.
- Una taza de descafeinado ronda los 2 a 5 mg, aunque en algunos casos puede llegar a 7 mg.
Esto es importante para personas muy sensibles a la cafeína, o para quienes la deben evitar completamente por razones médicas. En estos casos, conviene consultar con el médico o considerar alternativas sin cafeína como infusiones de cereales, rooibos o achicoria.
También hay que considerar que no todos los cafés descafeinados están hechos igual. Algunos, como los elaborados con el método suizo de agua, tienen un contenido de cafeína particularmente bajo (a veces menos de 1 mg por taza). En cambio, otros procesos menos controlados pueden dejar trazas mayores.
Otro punto clave: productos como cafés instantáneos o cápsulas descafeinadas también pueden variar en su contenido, y no siempre lo declaran con precisión en la etiqueta. Por eso, si necesitas limitar tu ingesta de cafeína estrictamente, es ideal elegir productos certificados y consultar el método usado.
En definitiva, el café descafeinado no es 100% libre de cafeína, pero su contenido es tan bajo que en la mayoría de los casos no genera efectos estimulantes.