Hubo una época en que fútbol y alfajor se encontraban en el kiosco. Para muchos chicos de los años 80 y principios de los 90, el Dieguito de Bagley fue más que un simple alfajor: fue un símbolo, un homenaje comestible al máximo ídolo del fútbol argentino, Diego Armando Maradona.
Con su envoltorio azul y blanco y la imagen caricaturesca de un pequeño Diego con pelota al pie, el Dieguito no solo apelaba al paladar infantil, sino también al orgullo futbolero de toda una generación. Fue una jugada maestra de marketing: unir el nombre del jugador más querido del país con uno de los snacks más populares.
¿Cómo era?
El alfajor Dieguito venía en versión simple, con dos tapitas de chocolate y un generoso relleno de dulce de leche, cubierto con una capa de baño de repostería. Aunque su fórmula no difería tanto de otros alfajores simples de Bagley, su atractivo estaba en lo emocional: ¡era el alfajor de Maradona!
El detalle que lo hacía único: las medallas
Uno de los mayores encantos del Dieguito era su medalla coleccionable incluida. Venía en cada alfajor y representaba momentos icónicos del fútbol o imágenes del propio Diego. Eran de plástico dorado, circulares, y muchos chicos las coleccionaban, las intercambiaban o las colgaban como tesoros de su infancia futbolera.
Un recuerdo que queda
Como muchos productos lanzados con espíritu de época, el Dieguito desapareció silenciosamente de las góndolas. Hoy es parte del recuerdo nostálgico de quienes crecieron soñando ser como Diego en la cancha… y comiéndose uno en el recreo mientras sumaban otra medallita a la colección.