- Origen de los granos: si indica varios países o fincas, ya sabés que es un blend.
- Notas de cata: si son coherentes (ej.: chocolate, nuez, frutas secas), puede ser una mezcla pensada para equilibrio.
- Proporciones: si indica «70% arábica de Brasil, 30% robusta de Vietnam», al menos hay transparencia.
- Tueste uniforme: si ves el café, un tueste parejo sugiere cuidado. Diferencias muy marcadas pueden indicar un mal tueste o mal blending.
- Fecha de tueste: mezcla o no, esto siempre importa.
¿Qué no podés saber solo por la etiqueta?
- Cómo está distribuido cada tipo de grano dentro del paquete. A veces, una mezcla mal hecha tiene zonas con más de un grano que otro, lo que lleva a cafés con perfiles diferentes en cada extracción.
- Si el tamaño y densidad de los granos es coherente, lo cual afecta la molienda y extracción. Granos muy distintos pueden separarse físicamente en el paquete o molerse de forma desigual.
¿Entonces cómo sabés si está bien hecho?
- Podés pedir al barista en una cafeteria que te muestre los granos y observar si son homogéneos en tamaño y tueste.
- También podés pedir que te preparen un espresso y un filtrado del mismo blend. Si el sabor es coherente entre métodos, probablemente está bien hecho.
En resumen: la etiqueta puede darte pistas, pero la prueba real está en ver los granos y probar la bebida. Un buen barista no debería tener problema en mostrarte la bolsa y contarte más.