¿Las cápsulas de café son todas espresso?

Cuando uno piensa en cápsulas de café, la imagen inmediata suele ser la de un espresso corto, intenso, con crema densa y servido en una taza pequeña. Esta asociación no es casual: el auge de las cápsulas está fuertemente vinculado a sistemas como Nespresso, que popularizaron la preparación de espresso en casa sin conocimientos técnicos. Sin embargo, la realidad actual es mucho más amplia: no todas las cápsulas están pensadas para espresso. De hecho, muchas no se acercan a ese estilo de bebida, ni en sabor, ni en volumen, ni en método de extracción.

Para empezar, conviene recordar qué define un espresso. Según los parámetros clásicos, se trata de una bebida de entre 25 y 30 ml, obtenida con 7 a 9 gramos de café molido, en un tiempo de extracción de 20 a 30 segundos, utilizando agua a unos 90-96 °C y bajo una presión de 9 bares. Este método produce una bebida densa, con cuerpo, aroma concentrado y una crema característica. Las máquinas tipo Nespresso replican bastante bien esta lógica, por eso la mayoría de sus cápsulas están diseñadas para extraer bebidas espresso o lungo (una versión más larga de 80-110 ml).

Sin embargo, otros sistemas funcionan de forma diferente. Por ejemplo, Dolce Gusto, también de Nestlé, apunta a una experiencia más versátil: sus cápsulas pueden producir cappuccinos, lattes, chocolates calientes, tés, bebidas saborizadas o cafés estilo americano. Estas cápsulas tienen más contenido o vienen en juegos dobles (una para café, otra para leche), y no respetan el formato clásico del espresso. La presión de extracción también varía, y el resultado es más parecido a una bebida de cafetería que a un espresso tradicional.

Lo mismo ocurre con sistemas como Tassimo, que utiliza cápsulas con códigos de barras que le indican a la máquina cómo preparar cada bebida: temperatura, cantidad de agua, y tiempo de extracción. Esto permite preparar desde un ristretto hasta un chocolate con leche. En Keurig, muy popular en Norteamérica, directamente no se habla de espresso: las cápsulas (K-Cups) están pensadas para preparar cafés filtrados o tipo americano, en volúmenes que van desde los 120 ml hasta más de 300 ml.

Incluso dentro de Nespresso, hay cápsulas que no se ajustan al espresso clásico. Existen versiones como lungo, ristretto, y más recientemente, cápsulas para el sistema Vertuo, que pueden preparar desde una taza de café grande (230 ml) hasta un espresso, todo dependiendo del código de la cápsula y la lectura del sistema centrífugo. En otras palabras: una misma marca puede ofrecer cápsulas para distintas experiencias, que ya no se definen solo por el estilo italiano tradicional.

Otra categoría emergente son las cápsulas de infusiones y bebidas no café: tés verdes, tés negros, manzanilla, bebidas saborizadas, chocolates, e incluso “cafés” sin cafeína, como los de cebada tostada o chicoria. Estas cápsulas permiten ampliar el uso de la máquina, pero claramente no tienen relación con el espresso.

Entonces, ¿por qué tanta gente sigue llamando “espresso” a cualquier café en cápsula? En parte, porque el término se ha popularizado y simplificado con el marketing. Muchas personas no distinguen entre un espresso real y un café corto. También porque la crema que se forma en algunas cápsulas genera la impresión visual de que se trata de un espresso, aunque en realidad la técnica, la molienda o la presión no sean las adecuadas.

En resumen, no todas las cápsulas están diseñadas para preparar espresso, y eso no es necesariamente malo. Lo importante es saber qué ofrece cada cápsula: si busca una bebida intensa y corta como un ristretto, un café más largo tipo americano, un latte saborizado o incluso una infusión sin cafeína. Comprender estas diferencias te permitirá elegir mejor, sacarle el máximo provecho a tu máquina y disfrutar del tipo de bebida que realmente buscás.