El espresso no es solo un café fuerte en poca cantidad. Es una tradición, una invención mecánica y una expresión cultural italiana que conquistó al mundo.
🇮🇹 Origen en la Italia del siglo XX
A comienzos del siglo XX, Italia vivía una etapa de modernización acelerada. En las ciudades, los trabajadores buscaban una forma rápida y efectiva de tomar café durante el día. La solución vino en 1901, cuando Luigi Bezzera inventó una máquina que utilizaba vapor y presión para forzar el paso del agua a través del café molido. Así nació el primer espresso: un café hecho «al instante», con cuerpo, crema y sabor intenso.
🛠️ Evolución de la máquina espresso
La invención de Bezzera fue mejorada en 1905 por Desiderio Pavoni, quien comenzó a fabricarla en masa. En los años 30, Achille Gaggia introdujo el sistema de palanca manual que aumentó la presión a 9 bares, creando por primera vez la crema, esa espuma marrón que distingue al verdadero espresso. Desde entonces, el espresso dejó de ser solo una bebida rápida para convertirse en un ritual de calidad.
☕ El espresso como cultura
En Italia, el espresso se convirtió en una institución. Se toma de pie, en la barra, en pequeños vasos. Es una pausa breve, pero intensa. Está profundamente ligado a la identidad italiana, tanto que en 2010 se propuso incluirlo como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
🌍 Expansión global
A partir de los años 50 y 60, el espresso empezó a difundirse por todo el mundo. Primero en Europa, luego en Estados Unidos con la llegada de las cafeterías italianas. En los 90, cadenas como Starbucks adaptaron el espresso a los gustos globales, dando lugar a nuevas variantes como el latte, el cappuccino y el macchiato.
🧑🔬 Ciencia y arte en una taza
Preparar un espresso perfecto no es fácil: se necesitan 7-9 gramos de café, una presión de 9 bares, una temperatura de entre 90 y 96 °C, y un tiempo de extracción de 25 a 30 segundos. Por eso, el barista es visto como un artesano moderno, capaz de extraer lo mejor de cada grano.
