Brasil no solo lidera la producción mundial de café: también ha moldeado la historia económica, social y cultural de este grano en todo el planeta.
🌱 Comienzos coloniales
El café llegó a Brasil a principios del siglo XVIII, probablemente desde la Guayana Francesa. En pocos años, su cultivo se expandió por el estado de Pará y luego por el sureste del país, especialmente en Río de Janeiro, São Paulo y Minas Gerais. Suelos fértiles, clima favorable y abundante mano de obra hicieron de Brasil una potencia cafetera en crecimiento.
🚂 Auge del siglo XIX: el “oro negro”
Durante el siglo XIX, el café se convirtió en la principal fuente de riqueza de Brasil. Fue conocido como el “oro negro” y representó más del 60 % de las exportaciones del país. Las ciudades crecieron, se construyeron ferrocarriles, y surgió una élite cafetalera poderosa que influyó directamente en la política nacional.
Brasil incluso cambió su estructura económica y social para adaptarse al café: primero con mano de obra esclava, y luego con inmigrantes europeos tras la abolición de la esclavitud en 1888.
🧑🌾 Grandes haciendas y producción a escala
A diferencia de Colombia, Brasil se desarrolló a través de grandes latifundios, lo que permitió un enfoque de producción masiva. Este modelo convirtió al país en el mayor productor de café del mundo desde el siglo XIX hasta hoy.
Actualmente, Brasil produce tanto arábica como robusta (conilon), y abastece desde la industria de café soluble hasta los mercados de especialidad.
☕ Perfil de taza y diversidad
El café brasileño es conocido por sus notas de chocolate, nuez, baja acidez y cuerpo medio-alto. Sin embargo, dada la inmensidad de su territorio, ofrece una gran diversidad de perfiles. Regiones como Sul de Minas, Cerrado Mineiro, Mogiana, Espírito Santo y Bahía destacan por microclimas y altitudes variadas.
En los últimos años, muchas fincas han apostado por el café de especialidad, con procesos experimentales (natural, honey, anaeróbico) y cafés con puntajes SCA superiores a 85.
🏆 Brasil en el mercado global
Brasil no solo lidera en volumen, también ha profesionalizado su industria: tecnología avanzada en recolección, trazabilidad, investigación agronómica y torrefacción. Además, el país alberga ferias internacionales, concursos de calidad y cooperativas que exportan directamente a cafeterías de especialidad en todo el mundo.