Si hay un alfajor que ha acompañado generaciones sin cambiar ni su precio ni su esencia, ese es Guaymallén. Con una historia que supera los 75 años, este alfajor es mucho más que un producto de kiosco: es un símbolo de resistencia, sencillez y orgullo nacional.
🏗️ Historia de una marca inquebrantable
La empresa fue fundada en 1945 por Enrique Balbi, inmigrante italiano, en el barrio de Villa Devoto (Ciudad de Buenos Aires). Desde sus inicios, Guaymallén apostó por volumen, distribución masiva y precios bajos, sin dejar de cuidar la calidad. Con el tiempo, pasó de ser un producto local a convertirse en un fenómeno nacional.
Hoy sigue siendo una empresa familiar, dirigida por la tercera generación de los Balbi, y produce millones de alfajores al mes desde su planta en Mataderos.
💛 ¿Por qué es tan querido?
Guaymallén no necesita diseño moderno, ni marketing gourmet, ni campañas digitales. Su magia está en ser el mismo de siempre. Con su envoltorio de papel encerado, sus colores distintivos (rojo, azul, verde), y su precio notablemente bajo, sigue siendo el alfajor más accesible del país.
Pero lo más importante es que nunca sacrificó lo esencial:
- Tapas esponjosas que no se desarman
- Dulce de leche sencillo pero rendidor
- Cobertura de chocolate o glasé justa y reconocible
Su sabor es directo, nostálgico, y para muchos, imborrable.
🌈 Variedades y opciones
A pesar de su bajo perfil, Guaymallén ofrece una gama muy amplia de alfajores:
- Chocolate clásico
- Glasé blanco
- Fruta (con membrillo)
- Triple chocolate
- Triple fruta
- Sin azúcar agregado
- Sin TACC
En los últimos años incluso lanzó ediciones especiales (como el triple con mousse de maní), sin perder su esencia.
🎤 Una marca con voz propia
Lo curioso de Guaymallén es que, con el tiempo, su bajo perfil se convirtió en personalidad. Su dueño actual, Hugo Basilotta, ha ganado visibilidad en redes sociales con una comunicación directa, sin vueltas y con mucho humor. Desde defender el precio del alfajor hasta opinar sobre política o fútbol, el perfil empresarial de Guaymallén hoy también tiene rostro.
Esto convirtió a la marca en un fenómeno afectivo, defendido con fervor por fans de todas las edades y clases sociales.
🔚 Conclusión
Guaymallén es el alfajor de todos. El que no necesita lujos para gustar, ni estrategias de marketing para sostenerse. En un mundo donde todo cambia rápidamente, Guaymallén se mantiene igual. Y eso, hoy más que nunca, tiene valor. Es un pedazo de historia, un sabor que atraviesa generaciones, y un emblema de que lo simple, cuando está bien hecho, no necesita nada más.