Aunque suene increíble, en Argentina existe una fábrica capaz de producir más de un millón de alfajores por día. Este récord lo ostenta la planta de producción de la empresa Mondelez Argentina, que fabrica, entre otras marcas, los famosos alfajores Milka, Terrabusi y Shot.
La planta, ubicada en la localidad de Pilar, provincia de Buenos Aires, es una de las más grandes de América Latina dedicadas a la elaboración de golosinas. En su línea de producción de alfajores, combinan tecnología de punta, robots empaquetadores y procesos automatizados que permiten una velocidad de producción asombrosa. El dato más impactante: pueden producir hasta 1.200 alfajores por minuto.
Esto equivale a unos 70.000 por hora y más de 1,6 millones por día, en jornadas extendidas de alta demanda. Estos números convierten a la planta en un verdadero monstruo dulce, y explican cómo el alfajor logra estar presente en prácticamente cada kiosco del país.
Pero no solo la escala es impresionante. Lo interesante es que gran parte del proceso —amasado, horneado, rellenado, bañado, enfriado y empaquetado— está completamente automatizado, pero controlado por operadores especializados que supervisan calidad, textura, temperatura y peso.
Además de abastecer el mercado interno, esta producción abastece también las exportaciones de alfajores a países como Uruguay, Paraguay, Bolivia, Chile, Estados Unidos y España.
La planta de Pilar es uno de los ejemplos más extremos de producción masiva de alfajores, pero no es el único récord. También hay pequeñas fábricas que producen cifras récord por metro cuadrado, como Guaymallén, que desde su sede en Mataderos fabrica millones de alfajores por semana en un espacio sorprendentemente compacto y con una logística casi artesanal pero optimizada.
En resumen, el alfajor no solo mueve emociones, también mueve toneladas, maquinaria y economías. Y detrás de cada envoltorio hay una hazaña de producción que combina tradición, ingeniería y pasión nacional.