Aunque el alfajor existía en forma artesanal desde el siglo XIX en Argentina, el primer alfajor industrialmente registrado y producido en masa fue el de la marca La Fábrica de Alfajores “Hijos de Manuel Mayol”, fundada en Santa Fe en 1869. Este dato marca el nacimiento oficial del alfajor como producto comercial argentino, con estructura de empresa y distribución a gran escala.
Manuel Mayol, un inmigrante español, comenzó fabricando dulces artesanales en su confitería. Pero fue su hijo quien formalizó la producción del alfajor, dándole un formato más estable y convirtiéndolo en un producto con nombre, marca y distribución. Su versión del alfajor era muy distinta al triple bañado en chocolate de hoy: se trataba de un alfajor de tipo andaluz, con masa suave, relleno de dulce espeso de frutas y espolvoreado con azúcar impalpable.
Durante décadas, este alfajor fue uno de los más populares del país, especialmente en las provincias del Litoral y en Buenos Aires. Su éxito marcó el camino para otras fábricas, como Lheritier, Fantoche o Terrabusi, que durante el siglo XX se consolidarían como referentes nacionales.
Aunque hoy la marca Mayol ha perdido protagonismo frente a los gigantes del sector, su aporte fue clave: transformó una receta de herencia familiar en un modelo de negocio y le abrió la puerta a la industrialización de una golosina que pasaría a ser emblema argentino.