Uno de los errores más comunes que observo entre quienes se inician con la prensa francesa es el uso del molido incorrecto. Este simple detalle puede arruinar toda la experiencia. Por eso, como especialista, te digo sin rodeos: el molido lo es todo.
La prensa francesa requiere molido grueso. ¿Por qué? Porque este método no utiliza filtros de papel, sino uno metálico que no puede retener partículas muy finas. Si usás café molido para espresso o filtro, lo más probable es que termines con una bebida turbia, con sedimento en boca y un sabor amargo o astringente.
El molido grueso se parece visualmente a la sal gruesa. Al infusionarse con agua caliente (entre 90 y 96 °C), permite que los aceites y compuestos solubles se liberen lentamente, sin sobre-extraerse. Esto da como resultado una taza con cuerpo pleno, textura sedosa y sabores redondos.
El tiempo de contacto entre el café y el agua en prensa francesa suele ser de 4 minutos. Si el molido es muy fino, la extracción será excesiva en ese tiempo, resultando en un sabor amargo. Si es muy grueso, la extracción será insuficiente, y el café quedará plano o acuoso.
Por eso, lo ideal es moler el café justo antes de prepararlo, usando un molinillo manual o eléctrico que permita ajustar el grosor. Incluso dentro del rango grueso, podés experimentar: algunos cafés más frescos o más oscuros responden mejor a un molido un poco menos grueso.
Una buena práctica es observar el fondo de la prensa después de servir el café: si hay una capa espesa de sedimento en la taza, es probable que el molido fuera demasiado fino. Si no hay cuerpo ni presencia en boca, posiblemente fue muy grueso.
En resumen, dominar el molido adecuado no solo mejora tu café, sino que te convierte en alguien que realmente entiende el método. La prensa francesa no perdona improvisaciones, pero cuando la tratás con precisión, te lo recompensa con una taza excepcional.