El dulce de leche es el corazón del alfajor argentino. Su textura, sabor y densidad determinan gran parte de la experiencia sensorial del producto final. Aunque el alfajor puede variar en masa y cobertura, si el dulce de leche no es el adecuado, el alfajor pierde carácter. Por eso, conocer sus tipos y cómo se utiliza es fundamental.
Tipos de dulce de leche
En la elaboración de alfajores se emplean principalmente dos variedades:
- Dulce de leche repostero: Es el más utilizado por su consistencia firme y poco fluida. Se elabora con menor contenido de agua y mayor concentración de sólidos. Esto permite que conserve su forma al ser aplicado entre las tapas del alfajor y que no se desborde ni humedezca en exceso la masa. Es ideal tanto para alfajores artesanales como industriales.
- Dulce de leche clásico o tradicional: Tiene una textura más cremosa y suave. Si bien es muy sabroso, su fluidez puede provocar que los alfajores pierdan forma o se humedezcan si no se consumen rápidamente. Por eso, se utiliza más en versiones caseras de consumo inmediato o en alfajores con cobertura rígida.
Aplicación en el armado
La forma más común de incorporar el dulce de leche es con manga repostera, que permite aplicar una dosis pareja y controlada. Algunos alfajores artesanales incluyen una doble capa de relleno o un toque de sal marina o licor en el dulce para resaltar el sabor. En la industria, se aplica con dosificadores automáticos que garantizan uniformidad.
Calidad y sabor
La calidad del dulce de leche es clave. Los mejores utilizan leche entera, azúcar, glucosa y una cocción lenta. Existen variantes saborizadas (con chocolate, ron, café) que algunos reposteros emplean para crear ediciones especiales de alfajores gourmet. Sin embargo, en la mayoría de los casos, el dulce de leche tradicional argentino sigue siendo el protagonista indiscutido.