El alfajor mendocino: entre el vino dulce, las nueces y el dulzor de los Andes

Mendoza es tierra de vinos, montañas y frutos secos. Pero entre viñedos y acequias también se conserva una tradición repostera menos conocida, pero profundamente regional: la del alfajor mendocino. Esta variante artesanal, elaborada en hogares, panaderías y ferias del oeste argentino, combina ingredientes de la tierra con recetas heredadas, dando lugar a un alfajor que expresa el carácter del terruño andino.


Un alfajor con sabor a montaña

El alfajor mendocino no responde a una única receta, sino a una familia de estilos caseros y regionales. Sin embargo, tiene elementos que lo distinguen claramente:

  • Masa mantecosa o tipo galletita, con sabor suave y consistencia firme.
  • Rellenos que pueden variar entre:
    • Dulce de uva (arrope).
    • Dulce de membrillo o batata.
    • Dulce de leche mezclado con nueces picadas o vino dulce.
  • Cobertura opcional: azúcar impalpable, glasé o, en ocasiones, sin cobertura.
  • Aromas característicos: ralladura de limón, esencia de vainilla y a veces un sutil toque de licor o mistela.

Herencia familiar y producción local

A diferencia de los alfajores industriales o gourmet, el mendocino es un alfajor de raíz casera y cultural. Se prepara en:

  • Fiestas regionales y escolares.
  • Fábricas familiares o cooperativas de productos típicos.
  • Panaderías de pueblo que mantienen recetas transmitidas oralmente o escritas en viejos cuadernos de cocina.

Muchas veces, las familias conservan su versión del alfajor como parte de su identidad local, y los venden en ferias o tiendas de productos regionales, junto a mermeladas, aceitunas o dulces caseros.


La influencia del vino y los frutos secos

Lo que diferencia al alfajor mendocino de otros del país es el uso frecuente del vino dulce o mistela como saborizante del relleno o como parte del almíbar para ablandar la masa. Además, las nueces —producto icónico de la región— se incorporan al relleno, dándole textura y sabor profundo.

Esto da como resultado un alfajor elegante, rústico y con notas cálidas, muy distintas al perfil dulce y plano del alfajor industrial típico.


Una joya oculta fuera del circuito turístico

Aunque Mendoza es una de las provincias más visitadas de Argentina, el alfajor mendocino no suele encontrarse en góndolas comerciales o cadenas nacionales. Es necesario buscarlo en mercados artesanales, negocios de productores o ferias barriales. Sin embargo, quienes lo prueban suelen sorprenderse por su sabor auténtico y su originalidad.


Conclusión

El alfajor mendocino es un claro ejemplo de cómo la tradición repostera argentina se adapta al entorno y a los ingredientes de cada región. Con sus notas de vino, su relleno artesanal y su espíritu familiar, este alfajor ofrece una experiencia distinta, anclada en los sabores de la tierra y el afecto de la cocina casera.