A diferencia de países como Brasil, Colombia o Perú, Argentina no es un país productor de café a escala comercial. Las condiciones climáticas, geográficas y económicas han hecho que el país se destaque como importador, consumidor y tostador, pero no como origen cafetalero. Sin embargo, en los últimos años han surgido proyectos experimentales y pequeños cultivos en el norte del país que despiertan el interés de la comunidad cafetera.
El café, por naturaleza, necesita un clima tropical o subtropical, con temperaturas templadas, lluvias abundantes y altitud. La llamada “franja cafetera” del mundo se sitúa entre los trópicos de Cáncer y Capricornio, y aunque Argentina se encuentra parcialmente dentro de esa zona, gran parte del país tiene un clima seco o templado, lo que no favorece el cultivo extensivo del grano.
Las provincias del norte argentino como Misiones, Tucumán, Jujuy y Salta presentan, en ciertas zonas específicas, condiciones microclimáticas aptas para cultivar café, sobre todo en laderas húmedas, con sombra natural y suelos volcánicos o ricos en materia orgánica. En esos lugares, se han iniciado en los últimos años proyectos piloto de café de altura, en su mayoría llevados adelante por emprendedores, agrónomos o universidades.
Uno de los ensayos más conocidos tuvo lugar en Misiones, donde un grupo de productores comenzó a probar variedades resistentes al frío en zonas protegidas. También hay registros de experimentos de cultivo de café arábica en Salta y Jujuy, en fincas que buscan diversificar su producción agrícola. En general, estas iniciativas no superan las pocas hectáreas y se orientan más a la experimentación científica, el autoconsumo o el mercado local gourmet.
El principal desafío que enfrentan estos proyectos no es solo el clima, sino también la falta de infraestructura específica (procesadoras, beneficios húmedos y secos, exportadoras especializadas) y el desconocimiento generalizado sobre el manejo agronómico del café en el contexto argentino.
A pesar de todo, el interés crece. El auge del café de especialidad, la búsqueda de productos de cercanía y el impulso de la agricultura regenerativa han generado entusiasmo por la idea de un “café argentino de origen”. Si bien todavía estamos lejos de una producción con impacto en el mercado nacional, estos pequeños cultivos podrían tener un futuro prometedor en segmentos premium o de turismo rural.