¿Cuánto café hay en una cápsula y cómo se compara con el café molido?

na cápsula de café puede parecer una solución simple y rápida, pero dentro de ese pequeño envase se esconden decisiones muy calculadas en términos de cantidad, tipo de molienda y rendimiento por taza. Para entender cuánto café estamos tomando realmente y si rinde igual que el café molido, es necesario observar qué hay dentro de cada cápsula y cómo funciona en comparación con otros métodos.

En promedio, una cápsula de café contiene entre 5 y 8 gramos de café molido. La cantidad exacta depende del sistema (Nespresso, Dolce Gusto, Lavazza, etc.) y del tipo de cápsula (espresso, lungo, ristretto, etc.). Por ejemplo, una cápsula de espresso generalmente tiene 5.5 gramos, mientras que una diseñada para una bebida más larga puede acercarse a los 7 u 8 gramos. Esta cantidad está pensada para preparar una sola taza de café sin necesidad de dosificar manualmente.

Si se compara con el café molido tradicional, podemos decir que una cucharada colmada de café representa también entre 7 y 8 gramos, lo que sugiere que una cápsula contiene la dosis típica para una taza pequeña. La diferencia está en el control: con el café molido, podés ajustar la dosis, el tipo de molienda y el tiempo de extracción. Con la cápsula, todo está preestablecido, lo que facilita la preparación, pero limita la personalización.

Desde el punto de vista del rendimiento, hay un contraste importante. Con una bolsa de café molido de 250 gramos, por ejemplo, podés preparar entre 30 y 35 tazas (si usás 7 gramos por taza). Con cápsulas, cada unidad equivale a una sola taza, lo que implica que no se puede estirar su uso. El café molido permite experimentar: podés hacer una taza más fuerte o más suave, compartir una prensa francesa entre varias personas, o preparar un litro de café filtrado si querés. La cápsula, en cambio, está pensada para una porción individual, lista en segundos, sin necesidad de medir ni limpiar.

Ahora bien, ¿rinden igual? Depende de qué se entiende por «rendir». Si hablamos solo de cantidad, el café molido ofrece mayor flexibilidad: podés sacar más tazas con una misma bolsa que con una cantidad equivalente de cápsulas. Pero si lo que se busca es constancia y cero margen de error, las cápsulas ganan terreno. Al estar diseñadas para sistemas automáticos, siempre entregan la misma calidad y cantidad. Esto es clave para quienes buscan eficiencia y no quieren complicarse.

También influye la intensidad esperada por taza. Una cápsula espresso prepara una bebida de unos 30 a 40 ml. Si usás esa misma cantidad de café molido para una taza grande de 150 ml, probablemente el resultado sea más suave. Por eso, algunas personas necesitan usar dos cápsulas seguidas si quieren una bebida más intensa o con mayor volumen. Con café molido, esa intensidad se puede ajustar variando la dosis, la molienda o el método de preparación (como una cafetera italiana o un V60).

En resumen, una cápsula contiene una dosis justa y calibrada de café, pensada para entregar resultados consistentes y sin desperdicio. Aunque no rinde tanto en términos de volumen ni de costo por taza, ofrece una experiencia inmediata, limpia y sin margen de error. El café molido, por su parte, permite mayor control, más versatilidad y, en muchos casos, un mejor rendimiento si se sabe usar correctamente.

Ambas opciones son válidas, y la elección depende de tu estilo de vida, tus prioridades y tu forma de disfrutar el café: ¿preferís practicidad absoluta o exploración artesanal?