Cuando hablamos de Cold Brew, es común escuchar dos términos: concentrado y listo para beber (ready to drink). Aunque ambos se preparan con el mismo método, la diferencia está en la proporción de café y agua, y en cómo se consume.
1. Cold Brew concentrado
Este tipo se prepara con una proporción más fuerte, como 1:4 o 1:5 (100 g de café por 400-500 ml de agua). El resultado es una bebida espesa, intensa y con alta carga de cafeína. No está pensada para tomarse directamente: se diluye antes de servir.
Se puede mezclar con agua, leche, bebidas vegetales o incluso hielo. Es ideal si querés preparar un lote y adaptarlo a distintos gustos. Además, ocupa menos espacio en la heladera y dura más días si se conserva bien.
2. Cold Brew listo para tomar
En este caso, el café se prepara directamente en proporciones equilibradas para beber sin modificar (por ejemplo, 1:8 o 1:10). Es más ligero, refrescante y listo para servir. Es la versión más común en cafeterías o botellas comerciales.
3. ¿Cuál conviene más?
Depende de tu objetivo:
- Si buscás versatilidad y potencia, el concentrado es mejor.
- Si querés simplicidad y suavidad, el listo para tomar es ideal.
Ambos tienen el mismo proceso, solo cambia el ratio. Lo importante es filtrar bien y conservarlo en frío. Recordá: un concentrado mal diluido puede resultar demasiado amargo o fuerte, mientras que uno listo para beber no admite ajustes posteriores.
📌 Consejo profesional: prepará concentrado si querés jugar con recetas y adaptarlo a diferentes paladares. Si solo lo tomás solo con hielo, el listo para beber es más práctico.
