El café es conocido por su capacidad para “despertar” el cerebro, pero ¿qué ocurre exactamente en el sistema nervioso cuando lo consumimos? La cafeína es una de las sustancias psicoactivas más estudiadas del mundo, y su efecto sobre el cerebro está bien documentado.
La cafeína actúa principalmente como antagonista de los receptores de adenosina, un neurotransmisor que promueve el sueño y la relajación. Al bloquear la adenosina, la cafeína reduce la sensación de fatiga y mejora el estado de alerta mental, facilitando la concentración, la memoria de corto plazo y el tiempo de reacción.
En dosis moderadas (unos 100 a 200 mg, equivalentes a 1 o 2 tazas de café), puede ayudar a realizar tareas mentales complejas, aumentar la productividad y mejorar el rendimiento cognitivo, especialmente en momentos de fatiga.
Sin embargo, el efecto no es el mismo para todos. Hay personas más sensibles a la cafeína, que pueden experimentar nerviosismo, inquietud o incluso palpitaciones con pequeñas cantidades. También es importante considerar que el exceso de café puede llevar al efecto contrario: disminución de la calidad del sueño, dificultad para relajarse y mayor ansiedad.
Además, en quienes desarrollan tolerancia, el impacto de la cafeína puede ser más leve, lo que lleva a muchos a aumentar su consumo para obtener el mismo efecto, algo que no es recomendable.
En conclusión, el café puede ser un excelente aliado para el rendimiento mental y la concentración, siempre que se consuma de forma responsable y adaptada a la sensibilidad individual.
Este contenido es informativo y no reemplaza el consejo médico. Ante cualquier duda sobre salud o efectos secundarios, se recomienda consultar a un profesional.