Inaugurado en 1921, el Café Hafa no tiene ni lámparas de cristal, ni techos dorados, ni elegantes salones interiores. Y sin embargo, es uno de los cafés más míticos del mundo. Situado en lo alto de un acantilado con vistas privilegiadas al estrecho de Gibraltar, este café al aire libre ofrece algo que ningún otro puede igualar: el encuentro entre el mar, la historia, la cultura y el alma bohemia de Tánger.
Con una arquitectura sencilla y tradicional, compuesta por terrazas escalonadas, mesas de cerámica y bancos blancos rodeados de buganvillas, el Hafa se ha mantenido casi sin cambios en más de un siglo. Esa fidelidad a su esencia, y su vista infinita hacia el horizonte, lo convirtieron en un punto de encuentro mágico para generaciones enteras de artistas, escritores, músicos y viajeros errantes.
Entre sus visitantes más célebres figuran Paul Bowles, William S. Burroughs, Jean Genet, Tennessee Williams, Jack Kerouac, The Rolling Stones, Sean Connery y The Beatles. Todos buscaban allí algo más que té de menta: buscaban inspiración, silencio, anonimato o respuestas.
En particular, Luis Eduardo Aute y Juan Goytisolo mencionaron el café en sus obras, y Patti Smith lo describió como un “mirador de pensamientos”. El Hafa se convirtió en símbolo de la Tánger internacional, esa ciudad cruce de culturas, idiomas y pasiones donde Oriente y Occidente se funden en un solo lugar.
No hay carta impresa ni menú sofisticado. El protagonista es el té de menta dulce, que se sirve en vasos de cristal y que muchos dicen que es el mejor de Marruecos. Acompañado por el sonido del mar y las gaviotas, se convierte en ritual.
A pesar del paso del tiempo y los cambios en la ciudad, el Café Hafa conserva una atmósfera suspendida, como si el reloj no existiera allí. Visitarlo es entrar en un espacio de contemplación, donde la sencillez es belleza y donde cada sorbo contiene una historia.
El Café Hafa es más que un café: es un mirador del alma, un faro para poetas, un refugio para soñadores, y un emblema de la Tánger eterna y cosmopolita.