Guatemala es uno de los países más reconocidos del mundo por la diversidad y calidad de sus cafés. Aunque el “Café de Guatemala” funciona como marca país desde hace años, lo más interesante es que Guatemala fue pionera en establecer múltiples regiones con denominaciones de origen dentro de su territorio, cada una con perfiles sensoriales definidos, clima, altitud y prácticas únicas.
Actualmente, el país reconoce oficialmente ocho regiones cafetaleras: Antigua, Acatenango, Atitlán, Cobán, Fraijanes, Huehuetenango, Nuevo Oriente y San Marcos. Todas están amparadas bajo el sello “Coffees of Guatemala”, y cada una tiene su identidad propia protegida mediante reglamentos técnicos, sistemas de trazabilidad y estándares de calidad sensorial.
Por ejemplo, el Café de Antigua es probablemente el más famoso. Cultivado en un valle rodeado por tres volcanes —Agua, Fuego y Acatenango—, este café presenta un cuerpo sedoso, notas a chocolate oscuro, acidez balanceada y un aroma dulce. Por su parte, Huehuetenango, en el noroeste montañoso, ofrece cafés con acidez viva, notas frutales, buen cuerpo y final limpio, gracias a sus altitudes superiores a los 1.900 metros.
Uno de los elementos más destacados de la estrategia guatemalteca es la definición clara del terroir en cada región: se considera altitud, régimen de lluvias, tipo de sombra, variedades utilizadas, y métodos de beneficio (lavado, natural, honey). Todo está documentado y supervisado por Anacafé, la Asociación Nacional del Café de Guatemala, una de las instituciones más sólidas del continente.
El impacto comercial ha sido notable. Cada región ha logrado desarrollar una reputación propia en subastas internacionales y competiciones de barismo. Incluso existen microlotes con doble certificación: como orgánicos o de comercio justo, y con denominación regional, lo que permite a los tostadores construir narrativas valiosas en torno al origen del grano.
Además, esta segmentación ha favorecido a los productores: al no vender solo “café guatemalteco” genérico, sino cafés con origen preciso, se accede a precios diferenciales más altos, reconocimiento internacional y vínculos directos con compradores extranjeros. Muchos de estos cafés alcanzan puntuaciones de más de 87 puntos en la escala SCA.
Beber un café de Guatemala es tener en la taza la expresión del suelo volcánico, las montañas, los bosques nubosos y una cultura cafetera arraigada. La estrategia de múltiples denominaciones de origen ha convertido al país en un modelo de gestión inteligente del valor del origen.