¿Bombón macizo o relleno? Elegí según tu momento y estado de ánimo

Hay días en los que querés algo intenso y directo. Otros, en los que buscás dulzura suave o una sorpresa en el centro. Elegir entre un bombón macizo y uno relleno no siempre es cuestión de gusto fijo: también es una forma de leer cómo te sentís y qué necesitás en ese momento.

Sí, así como elegimos una música, un perfume o una película según el ánimo, el chocolate también puede acompañar tu día con sintonía emocional. Acá te dejo algunas claves para saber qué tipo de bombón va mejor con vos… dependiendo del momento.


Si estás concentrado o resolviendo algo…

Elegí un bombón macizo amargo.
Es como un espresso en forma de chocolate. Te da foco, te despierta el paladar y no interrumpe. Ideal para acompañar el trabajo, la lectura o un momento de reflexión. Además, su sabor directo ayuda a mantenerte alerta sin empalagar.


Si querés darte un mimo…

Elegí un bombón relleno con dulce de leche, licor o crema.
Son reconfortantes, suaves, envolventes. Como un abrazo en forma de bocado. Perfectos para esos momentos en que querés bajarle el ritmo al día o premiarte por algo bien hecho.


Si necesitás claridad o despejar la cabeza…

Bombón macizo de chocolate con leche.
Es simple, sin sobresaltos, suave y equilibrado. El dulzor justo. Ideal para acompañar un té de media tarde, una caminata o una charla tranquila.


Si estás con alguien que querés sorprender…

Elegí un bombón relleno inesperado.
De frutos rojos, licor de naranja o incluso con una capa crujiente escondida. Esos bombones que cuentan una historia. Sorprenden, generan conversación, y dejan un recuerdo.


Si estás con poco tiempo pero necesitás algo real…

Bombón macizo, pequeño, de alta pureza.
No necesita explicación. Lo mordés, lo disfrutás y seguís. Es concentración de sabor en un gesto breve. Como un buen mensaje corto, pero que dice mucho.


En el fondo, elegir entre un bombón macizo o uno relleno no es solo una decisión gastronómica, es emocional. Y cuanto más aprendés sobre vos, más afinado se vuelve tu paladar.

Así que la próxima vez que te pares frente a una caja de bombones, no pienses solo en el sabor. Preguntate cómo estás hoy. Y dejá que el chocolate te conteste.