Cuando pensamos en un alfajor, la mente suele ir directo al clásico: galletitas, dulce de leche y cobertura de chocolate. Sin embargo, la creatividad de los productores —especialmente en ferias regionales, emprendimientos artesanales y competencias como el Mundial del Alfajor— ha dado lugar a versiones que rompen con lo tradicional y sorprenden al paladar. Algunos de estos sabores son verdaderas excentricidades gastronómicas, y otros, inesperadas delicias.
Uno de los más comentados en los últimos años fue el alfajor de fernet con cola, lanzado por una marca cordobesa que buscaba capturar en una golosina el sabor típico del trago más popular de la provincia. El resultado generó amor y polémica por partes iguales, y aunque no se volvió masivo, causó furor en redes sociales.
También existe el alfajor de mate, que incorpora yerba mate tanto en la masa como en el relleno. Esta versión es buscada por turistas que buscan algo “bien argentino”, y ha sido ofrecida en ediciones limitadas durante ferias de productos regionales.
Entre los más curiosos figuran también:
- Alfajor de malbec, con reducción del vino en el relleno o infusionado en el bizcocho.
- Alfajor salado de jamón crudo y queso, una creación experimental en ferias gourmet.
- Alfajores veganos de matcha y frambuesa, pensados para consumidores modernos que buscan opciones saludables y diferentes.
- Alfajor de ají picante, con toques suaves de chile en la cobertura de chocolate amargo, una combinación de sabor dulce y picante que no deja indiferente a nadie.
- Alfajores rellenos de mousse de maracuyá, ananá, pistacho, crema de ron, o incluso tiramisú.
También se han desarrollado versiones regionales que incorporan productos típicos, como dulce de cayote, arropes de uva o tuna, nueces de Cuyo, o hojas de coca en el norte argentino.
Estos sabores no siempre se venden en masa, pero cumplen una función clave: renuevan el interés por el alfajor, estimulan el turismo gastronómico, y posicionan al producto como algo vivo, capaz de reinventarse constantemente sin perder su esencia.
Algunos de estos alfajores solo se consiguen por tiempo limitado o en lugares específicos, lo que los vuelve también una experiencia de colección. En un país donde el alfajor es parte de la identidad, la innovación —por más loca que parezca— siempre encuentra su lugar.