¿A Qué Temperatura Deberíamos Tomar el Café? No, No Es la Misma a la Que Se Prepara

Aunque suene obvio, vale la pena aclararlo: la temperatura ideal para preparar el café no es la misma que la ideal para tomarlo. El agua caliente es clave para extraer los sabores del grano, pero beber el café a esa temperatura sería, además de riesgoso, un desperdicio de sus mejores cualidades sensoriales.


☕ Temperatura de preparación: muy caliente, por una razón

En la mayoría de los métodos de filtrado o infusión, el agua debe estar entre 90 y 96 °C. Este rango permite que los compuestos solubles —como ácidos, aceites, azúcares y aromas— pasen al agua de manera equilibrada. Sin embargo, eso no quiere decir que esa temperatura sea agradable o recomendable para beberlo.


❄️ El café servido se enfría rápido… y eso es bueno

Después de preparar el café, la temperatura cae rápidamente. El contacto con la cafetera, el aire y la taza hace que en pocos minutos ya esté entre 65 y 70 °C, y continúe bajando. Este enfriamiento no solo es inevitable, sino necesario para disfrutar mejor de los matices del café.


🎯 ¿Existe una temperatura ideal para tomar café?

Depende de lo que busques en la taza:

  • Si te gustan los cafés más redondos, dulces o con notas tostadas, lo ideal es que el café esté entre 68 y 72 °C.
  • Si preferís una taza más ácida, compleja o con notas frutales, esperá a que baje a unos 50–60 °C, donde muchas características brillan más.
  • Si para vos el placer está en la sensación de calor, y no tanto en los matices del sabor, podés tomarlo a 82–85 °C, con cuidado de no quemarte.

Estudios han señalado que la temperatura de consumo que equilibra seguridad y experiencia sensorial ronda los 57–58 °C, aunque esto puede variar según cada paladar.


⚠️ Consejo final cafetero:

No recalientes el café. Una vez que baja su temperatura, es mejor disfrutarlo como está. Calentarlo de nuevo puede destruir su sabor y generar amargores no deseados.


Conclusión:
El café, como el buen vino, tiene su momento justo. Aprender a esperar esos minutos después de servirlo puede marcar la diferencia entre una taza correcta… y una memorable.