¿Por qué le ponen sal al café? Historia, mitos y ciencia sensorial

Agregar sal al café puede parecer una excentricidad para muchos, pero lo cierto es que esta práctica tiene fundamentos tanto históricos como sensoriales. En distintas partes del mundo —desde Escandinavia hasta Turquía— se ha utilizado la sal como forma de modificar y realzar el sabor del café, incluso mucho antes de que existieran las modernas cafeteras de especialidad.

Hoy, esta tendencia resurge con fuerza en cafeterías experimentales y en redes sociales, donde cada vez más personas descubren que una pizca de sal puede cambiar por completo su experiencia cafetera.


¿Qué hace la sal en el café?

Desde el punto de vista sensorial, la sal reduce el amargor y resalta otros sabores ocultos en el café. Esto sucede porque la sal actúa sobre los receptores de sabor de la lengua, inhibiendo parcialmente los que perciben lo amargo y potenciando los que captan dulzor y umami.

Una mínima cantidad (una pizca en una taza) no vuelve el café salado, sino que lo suaviza, haciéndolo más redondo y equilibrado. Esto puede ser especialmente útil si:

  • El café es muy amargo o astringente
  • No querés agregar azúcar o leche
  • Usás agua con minerales que refuerzan el amargor

¿Tiene historia?

Sí. En varias culturas, el café con sal no es una novedad:

  • En Turquía, la tradición dicta que cuando una mujer recibe una propuesta de matrimonio, debe preparar café con sal para el futuro suegro, como prueba de carácter.
  • En Etiopía y otras zonas de África, se sirven versiones saladas del café en rituales comunitarios.
  • En el norte de Escandinavia, se ha mezclado sal con café filtrado como forma de equilibrar el sabor de aguas con alto contenido de hierro.

¿Y la ciencia qué dice?

Estudios recientes en ciencia sensorial y neurogastronomía confirmaron que el cloruro de sodio (sal común) bloquea parcialmente los canales iónicos responsables del sabor amargo en ciertos compuestos del café, como la cafeína y los ácidos clorogénicos.

Además, la sal puede:

  • Realzar el cuerpo del café
  • Reducir la necesidad de azúcar
  • Crear un perfil gustativo más complejo y armónico

¿Cómo usarla?

  • Una pizca (menos de 0,3 g) por taza de 200 ml
  • En la molienda, en el agua o directamente en la taza
  • Ideal con cafés amargos, tuestes oscuros o en cold brew

La sal en el café no es una moda sin sentido: es una herramienta milenaria y validada por la ciencia. Si todavía no lo probaste, animáte a incorporar una pizca —quizás te sorprenda el nuevo perfil de tu café de siempre.