En un país donde abundan los alfajores cubiertos con capas generosas de chocolate o glaseado, existe una variante mucho más austera, pero profundamente tradicional: el alfajor sin cobertura. Presente en panaderías de barrio, ferias regionales y cocinas familiares, este alfajor representa la esencia del producto en su forma más pura: masa, relleno y nada más.
Un formato anterior a los baños
Históricamente, los primeros alfajores que se elaboraban en hogares y confiterías no tenían cobertura externa. La disponibilidad de chocolate para baño o glaseados elaborados era limitada, costosa o simplemente innecesaria para el consumo cotidiano. El resultado era un alfajor más sencillo, de apariencia rústica, pero de sabor casero y contundente.
Estos alfajores se preparaban con tapas tipo mantecosa o galletita seca, rellenas con dulce de leche, membrillo o miel, y en muchos casos simplemente se espolvoreaban con azúcar impalpable. Eran fáciles de hacer, económicos y perfectos para vender en panaderías o consumir en casa.
Características distintivas
- No tienen baño de chocolate ni glasé.
- La masa suele ser arenosa, mantecosa o con maicena, pero también puede ser crocante.
- Se rellenan generosamente con dulce de leche repostero o dulces regionales (higo, cayote, batata).
- Se conservan bien y se identifican por su sencillez visual.
- Pueden ser redondos, cuadrados o tener bordes festoneados.
Ejemplos regionales
- En Córdoba y zonas del interior, es común el alfajor sin cobertura, relleno de dulce de leche o dulce de frutas, con masa mantecosa y espolvoreado con azúcar.
- En el noroeste, algunos alfajores con rellenos de arrope o miel también se presentan sin cobertura, para destacar el sabor del relleno.
- En el Litoral, versiones similares al santafesino pueden aparecer sin glasé, en formato más simple y económico.
Por qué siguen vigentes
Los alfajores sin cobertura:
- Conservan el espíritu artesanal del alfajor original.
- Permiten apreciar mejor el sabor de la masa y el relleno, sin interferencias externas.
- Son más económicos de elaborar y de vender, por eso abundan en ferias, escuelas y panaderías.
- Tienen un encanto nostálgico que remite a la cocina de la abuela o a las meriendas simples.
Conclusión
El alfajor sin cobertura no es una versión incompleta, sino una expresión legítima de la tradición argentina. En su simpleza, conserva una belleza discreta y un sabor directo, sin adornos ni distracciones. Es un recordatorio de que, muchas veces, menos es más.