El alfajor santafesino: estructura única y tradición litoraleña

El alfajor santafesino es uno de los más característicos de Argentina y, a la vez, uno de los menos conocidos fuera de su región de origen. Con su forma rectangular o redonda, sus capas finas y su glaseado brillante, este alfajor representa una tradición repostera del Litoral argentino, en particular de la ciudad de Santa Fe y alrededores.

Un alfajor con arquitectura propia

A diferencia de los alfajores más populares hechos con dos tapas gruesas de masa o bizcochuelo, el alfajor santafesino se construye con tres capas finas de masa quebradiza, intercaladas con dulce de leche y terminadas con un baño de glaseado blanco firme y crujiente.

La masa es más parecida a una galleta delgada: firme al tacto pero suave al morder. El dulce de leche, en cambio, es abundante pero contenido, sin desbordar. Y el glaseado —una mezcla de azúcar impalpable, clara y jugo de limón o agua caliente— se endurece al secar, formando una cáscara que cruje al primer bocado.


Historia y tradición

Este alfajor tiene sus raíces en las confiterías santafesinas de principios del siglo XX. Fue en ese entorno donde se comenzó a perfeccionar la receta y presentación que hoy conocemos. Durante décadas, fue un producto casi exclusivo de panaderías y pastelerías locales, hasta que algunas marcas comenzaron a producirlo a mayor escala.

Aunque menos mediático que los alfajores industriales bañados en chocolate, el santafesino es altamente valorado por su delicadeza, estética y sabor equilibrado. Representa una forma más antigua y artesanal de entender el alfajor.


¿Qué lo diferencia?

  1. Tres capas de masa delgada y crocante, en lugar de dos tapas gruesas.
  2. Glaseado firme blanco, no chocolate ni coco.
  3. Forma rectangular o redonda, pero siempre más “plano” y elegante.
  4. Textura firme al tacto, pero que se deshace en la boca.

No es un alfajor para comer de un bocado en la calle: es un alfajor para degustar.


Marcas y producción actual

En Santa Fe, existen confiterías históricas que lo siguen haciendo de forma artesanal, como parte de una identidad regional. También hay marcas industriales que lo han llevado a otros puntos del país, aunque muchas veces adaptándolo o modificando su textura y cobertura.

Es frecuente encontrarlo en ferias regionales, cajas surtidas de alfajores artesanales o tiendas especializadas en productos del Litoral.


Conclusión

El alfajor santafesino es un orgullo regional con estilo propio. Representa la tradición pastelera del Litoral argentino y destaca por su estructura refinada, su sabor suave y su equilibrio perfecto entre masa, relleno y cobertura. Es menos conocido a nivel nacional, pero entre quienes lo prueban, suele generar admiración por su calidad y diferencia.