El alfajor argentino es mucho más que una golosina: es una expresión cultural. Su elaboración, aunque varía en estilos y recetas, sigue una estructura que combina masa tierna, relleno generoso de dulce de leche, y una cobertura característica. Pero ¿qué lo diferencia de otros alfajores de América Latina o de España? La respuesta está en cada etapa de su preparación.
La masa del alfajor argentino puede clasificarse en tres grandes tipos: la de maicena (suave, arenosa y delicada), la tipo mantecosa (más compacta y firme), y la tipo bizcochuelo (esponjosa, más alta y húmeda). Para la masa de maicena, por ejemplo, se bate manteca (mantequilla) con azúcar, se agregan yemas, ralladura de limón o esencia de vainilla, y luego los ingredientes secos como almidón de maíz, harina, polvo de hornear y sal. Se trabaja con poco amasado para evitar que se endurezca. Una vez fría, se estira, se corta en discos y se hornea a temperatura moderada.
El relleno, en el caso del alfajor argentino, es casi invariable: dulce de leche repostero, de textura firme, ideal para mantener el alfajor compacto y evitar que se desborde. Aquí aparece una de las grandes diferencias con otros países: en Perú, por ejemplo, es común usar manjar blanco o incluso mermeladas; en Chile, el manjar tiene una consistencia más líquida; y en España, los “alfajores” tradicionales son completamente diferentes, hechos con miel, frutos secos y especias, sin tapas ni relleno central.
Una vez rellenado, el alfajor argentino se puede bañar en chocolate negro o blanco, cubrir con un glaseado de azúcar o simplemente espolvorear con coco rallado, como se hace con los clásicos alfajores de maicena. Las versiones industriales incorporan máquinas que dosifican, rellenan, ensamblan y bañan los alfajores con precisión; sin embargo, los artesanales preservan un carácter casero y muchas veces regional.
En resumen, lo que hace único al alfajor argentino es su equilibrio entre masa suave, relleno dulce de leche y cobertura generosa, en una presentación que puede ir de lo sencillo a lo sofisticado. Esa combinación lo distingue claramente de los alfajores más secos, especiados o sin cobertura de otras regiones del mundo.