Sommelier de alfajores: entre el marketing y la pasión amateur

Más que un título profesional, “sommelier de alfajores” se ha convertido en una estrategia de marketing personal. Suena profesional, atractivo y hasta gracioso. Es un nombre que abre puertas en medios, redes y eventos, aunque no tenga respaldo académico alguno.

Este fenómeno revela dos cosas:

  1. La necesidad de referentes en un mercado tan amplio y desordenado como el de los alfajores.
  2. El enorme poder del branding personal incluso en temas tan cotidianos como una golosina.

Detrás de ese título hay pasión, claro. Pero también hay una estrategia: destacarse entre miles de voces opinando en redes sociales. Al adoptar un rol con aire técnico, aunque sea simbólico, se construye autoridad. Es lo que en marketing se llama “posicionamiento narrativo”: no importa si el título es real, importa lo que representa.

Lo interesante es que muchos consumidores aceptan ese rol, no porque crean que es un experto técnico, sino porque sienten empatía, diversión o confianza en su criterio. Y esto dice mucho del vínculo emocional entre el argentino y su alfajor.

¿Es una exageración? Quizás. ¿Es una jugada de marketing? También. ¿Pero genera valor, debate y cultura alrededor del alfajor? Sin duda. Y eso, en tiempos de opiniones rápidas y consumo emocional, vale más que cualquier sello institucional.