En los últimos años han surgido figuras públicas que se presentan como “sommeliers de alfajores”, generando curiosidad, simpatía y también cierta confusión. ¿Se trata de un título real? ¿Existe alguna formación profesional detrás? ¿O es simplemente una creación mediática?
La verdad es simple: no existe una carrera formal, certificación académica ni curso oficial que otorgue el título de sommelier de alfajores. A diferencia de los sommeliers de vino, aceite o té —que cuentan con instituciones reconocidas, programas formativos exigentes y validaciones internacionales—, el de alfajores es un rol autodeclarado.
Los llamados “sommeliers de alfajores” suelen ser:
- Aficionados con gran experiencia como consumidores y catadores
- Personas que han probado cientos o miles de alfajores y publican sus análisis en redes
- Influencers, periodistas o pasteleros que adoptaron el término como parte de su marca personal
Algunos participan como jurados en ferias, competencias y campeonatos (como el Mundial del Alfajor), y muchos han ganado credibilidad gracias a su constancia, humor o profundidad en las reseñas. Sin embargo, su autoridad no proviene de un diploma, sino de la construcción de una identidad y la aceptación del público.
Este fenómeno plantea una tensión interesante: ¿quién puede hablar con autoridad sobre alfajores? ¿Hace falta una carrera para opinar sobre una golosina? ¿O el saber popular tiene también su legitimidad?
Lo cierto es que, si bien no existe el título formal, sí existe el impacto cultural de estas figuras, que ayudan a visibilizar marcas pequeñas, fomentar el consumo informado y mantener viva la conversación en torno al alfajor argentino.