¿Cuántos alfajores comemos al año? El récord de consumo en Argentina

Argentina no solo es el país del dulce de leche, el asado y la empanada. También ostenta otro título dulce y contundente: es el país que más alfajores consume en el mundo, tanto en volumen total como en promedio por persona.

Según estimaciones del sector alimenticio y cámaras industriales, en Argentina se consumen alrededor de 6 millones de alfajores por día, lo que equivale a más de 2.100 millones de unidades al año. Si dividimos esta cifra por la población total, eso significa que cada argentino consume en promedio unos 50 alfajores por año.

Pero esta cifra, aunque impactante, no muestra todo el panorama. En algunas regiones del país —como el área metropolitana de Buenos Aires, Córdoba o Mar del Plata— el consumo puede ser aún más alto. Y entre ciertos segmentos (estudiantes, trabajadores de oficina, personal de transporte, etc.) la frecuencia llega a ser diaria, convirtiendo al alfajor en una costumbre casi automática.

Este volumen de consumo no es casual. En la Argentina, el alfajor está disponible en todos los formatos posibles y en casi todos los puntos de venta: desde kioscos hasta supermercados, estaciones de servicio, librerías, locales de ropa, máquinas expendedoras y hasta aplicaciones de delivery. Su precio accesible, su presentación práctica y su fuerte carga emocional hacen que sea elegido como snack, postre, desayuno, merienda o simple antojo.

Además, el mercado local cuenta con más de 150 marcas activas, entre industriales, regionales y artesanales, lo cual garantiza una variedad que va del clásico económico al alfajor premium. Esta diversidad estimula la compra frecuente, la comparación, la fidelidad y hasta el coleccionismo de envoltorios.

Otro dato interesante es que el alfajor ha superado a otras golosinas tradicionales en ventas. En muchos kioscos, el alfajor representa más del 30% de la facturación en golosinas. Incluso, en ciertos eventos deportivos o escolares, se vende más que las galletitas, chocolates o snacks salados.

En definitiva, el argentino no solo come alfajores: los celebra, los defiende y los elige. Y en cada uno de esos 50 (o más) alfajores anuales por persona, se esconde una historia, una marca favorita, una rutina o un recuerdo.