Es habitual escuchar frases como “Me tomo un café y con eso aguanto” o “No como nada, solo un café y ya está”. Esta idea de que el café «llena» o “te quita el hambre” es muy repetida, sobre todo entre personas que trabajan muchas horas, estudiantes o quienes hacen dieta. Pero… ¿es verdad que el café quita el hambre?
La realidad es que el café no alimenta ni sustituye una comida real. Lo que sí hace es modular temporalmente la sensación de apetito, gracias a la acción de la cafeína sobre el sistema nervioso. Pero esto es una ilusión pasajera, no una fuente de energía real para el cuerpo.
La cafeína estimula el sistema nervioso central, aumenta el estado de alerta y puede suprimir el apetito de forma leve por un tiempo breve. Esto puede hacer que la persona “se olvide de comer” durante un par de horas, sobre todo si está ocupada o bajo estrés. Pero no significa que el cuerpo no necesite alimentos: simplemente se disfraza el hambre.
En muchos casos, esta práctica puede llevar a llegar con más hambre y ansiedad a la siguiente comida, lo que provoca desequilibrios en la alimentación. Además, tomar café sin acompañamiento nutricional (especialmente en ayunas) puede generar acidez, irritabilidad, fatiga posterior y otros efectos no deseados.
Otra creencia relacionada es que el café “acelera el metabolismo” y ayuda a bajar de peso. Si bien tiene un efecto termogénico leve, no sustituye una alimentación equilibrada ni garantiza pérdida de grasa por sí solo.
El café puede acompañar un desayuno o una merienda saludable, incluso ser parte de un estilo de vida activo. Pero usarlo como sustituto del almuerzo o la cena, día tras día, es una costumbre engañosa y poco recomendable.
En resumen: el café no “tapa el hambre”, solo la disimula un rato. Lo ideal es disfrutarlo como parte de una rutina consciente, sin usarlo como reemplazo de lo que el cuerpo realmente necesita.
Este artículo es informativo. Si tenés dudas sobre tu alimentación o hábitos relacionados al café, consultá con un nutricionista o profesional de la salud.