Una de las afirmaciones más repetidas sobre el café es que “la cafeína es adictiva como cualquier droga”. Pero ¿qué tan cierta es esta idea? ¿Tomar café todos los días significa tener una adicción real o simplemente un hábito fuerte? Para responder, es importante distinguir entre adicción, dependencia y hábito, tres conceptos que muchas veces se confunden.
La cafeína es una sustancia psicoactiva —eso es indiscutible—, porque actúa sobre el sistema nervioso central. Su principal efecto es bloquear los receptores de adenosina, una molécula que promueve la sensación de cansancio. Al bloquearla, el cuerpo se siente más alerta, con más energía y concentración. Por eso, muchas personas consumen café para “despertarse” o rendir mejor en sus tareas diarias.
Ahora bien, ¿eso la convierte en una droga adictiva como la nicotina o la cocaína? No. La cafeína no genera dependencia física grave ni síndrome de abstinencia severo. En todo caso, puede producir una dependencia leve, caracterizada por el deseo de tomar café regularmente y por la aparición de molestias leves (como dolor de cabeza o fatiga) si se suspende de golpe en personas muy acostumbradas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) no clasifica a la cafeína como una droga adictiva en términos clínicos. Tampoco se considera peligrosa en dosis moderadas. De hecho, la mayoría de los estudios concluyen que, hasta cierto nivel de consumo (unos 400 mg diarios para adultos sanos, equivalente a 3-4 tazas de café), la cafeína no representa riesgo para la salud y puede incluso tener beneficios cognitivos y metabólicos.
Además, hay un punto clave: la cafeína no deteriora la vida personal, social o laboral como otras sustancias adictivas. Tampoco genera comportamientos compulsivos, conductas de riesgo ni síndrome de abstinencia físico fuerte. Por eso, la ciencia actual prefiere hablar de «uso habitual» o «dependencia leve», en lugar de adicción.
En resumen: la cafeína no es adictiva en el sentido médico del término, aunque sí puede generar una cierta costumbre o necesidad funcional. Y como con cualquier sustancia que actúa sobre el cerebro, lo ideal es conocer cómo nos afecta, respetar los límites saludables y disfrutarla con consciencia.
Este artículo tiene fines informativos y no reemplaza el consejo médico profesional. Ante cualquier duda sobre el consumo de cafeína o su impacto en tu salud, consultá con tu médico de confianza.