Café del Perú: diversidad de alturas y regiones protegidas

Perú es uno de los países más prometedores del mundo cafetalero. Si bien durante años fue más conocido como exportador de café orgánico a gran escala, en la última década ha ganado prestigio en el mundo del café de especialidad, gracias a su diversidad geográfica, riqueza de microclimas y compromiso con la calidad. Hoy, el país cuenta con dos denominaciones de origen registradas: Café Villa Rica y Café Machu Picchu–Huadquiña, ambas reconocidas por el INDECOPI, el organismo de propiedad intelectual peruano.

El Café Villa Rica, ubicado en la región de Pasco, proviene de una zona con una tradición cafetera de más de un siglo, influenciada por migrantes europeos y comunidades indígenas amazónicas. Cultivado entre los 1.200 y 1.800 m s.n.m., este café destaca por su cuerpo medio, acidez brillante y notas que varían entre frutos secos, panela, cacao y caramelo. Su sistema de sombra natural y las prácticas agroecológicas le otorgan un carácter sostenible y una identidad propia.

Por su parte, el Café Machu Picchu–Huadquiña, cultivado en el distrito de Santa Teresa (Cusco), se produce a altitudes superiores a los 1.600 metros, en un entorno montañoso cercano al santuario histórico de Machu Picchu. Este café es muy valorado por su sabor suave, cuerpo cremoso, baja acidez y aroma floral con toques frutales y achocolatados. La zona combina tradición quechua, prácticas de cultivo manual y una biodiversidad única que se refleja en cada taza.

Perú también cuenta con otras regiones cafetaleras destacadas —como Jaén, San Ignacio, Puno, Cajamarca o Amazonas— que podrían, en un futuro próximo, obtener sus propias DO. Estas regiones han logrado lotes ganadores en concursos internacionales como la Cup of Excellence, donde los cafés peruanos han alcanzado puntuaciones superiores a 90 puntos SCA.

El impacto comercial de estas denominaciones ha sido muy positivo: acceso a mercados premium, mejores precios por quintal, fomento del turismo rural y posicionamiento de marca país. El gobierno y las cooperativas han trabajado en programas de trazabilidad, certificación y promoción internacional que fortalecen la confianza del consumidor.

Además, el café peruano se beneficia de una imagen verde: gran parte de su producción es orgánica y de comercio justo, lo que lo vuelve muy atractivo para mercados conscientes de Europa, Estados Unidos y Asia.

Beber un café de Perú con DO es participar de un viaje sensorial por la cordillera, la Amazonía y la historia ancestral de los Andes. Es también apoyar a pequeños productores que cultivan con orgullo, identidad y respeto por su tierra.