El café suele estar presente en muchas dietas para bajar de peso, y no es casualidad. Diversos estudios han explorado cómo la cafeína y otros componentes del café pueden influir en el metabolismo y en la regulación del apetito.
En primer lugar, la cafeína tiene un efecto termogénico leve, es decir, puede aumentar ligeramente el gasto calórico del cuerpo al estimular el sistema nervioso central. Esto puede traducirse en una mayor quema de calorías en reposo y durante la actividad física. También se ha observado que mejora el rendimiento deportivo, lo que podría ayudar a entrenar con más intensidad.
Además, el café puede reducir temporalmente el apetito, especialmente si se consume solo y sin azúcar. Sin embargo, este efecto no es igual en todas las personas ni dura mucho tiempo. En algunos casos, el café puede incluso aumentar el deseo de comer alimentos dulces si se acompaña de snacks o si se toma con agregados calóricos como crema, leche condensada o jarabes.
Es importante distinguir entre el café puro y las bebidas “estilo café” cargadas de azúcar, crema y calorías vacías. Una taza de café solo o con unas gotas de leche tiene prácticamente cero calorías. En cambio, una bebida tipo latte grande con sabores puede superar las 300 kcal.
Otro punto a considerar es que si se abusa del café en lugar de llevar una dieta equilibrada, pueden aparecer trastornos como insomnio, ansiedad o irritabilidad, que indirectamente pueden afectar la regulación del apetito y el control del peso.
En resumen, el café puede ser un apoyo en un plan saludable de control de peso, siempre que se consuma de forma responsable y como parte de un estilo de vida balanceado.
Este contenido es informativo. Si estás buscando perder peso, lo ideal es hacerlo bajo la supervisión de un profesional de la salud o un nutricionista.