☕ Café instantáneo: cómo se elabora y por qué es tan versátil

El café instantáneo tal como lo conocemos hoy se volvió comercialmente viable en Suiza, poco antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Su producción combina eficiencia industrial con técnicas que preservan el sabor del café original.

El proceso comienza con una doble extracción: primero se cocina café molido cerca del punto de ebullición para capturar su aroma, y luego se somete a una segunda cocción a unos 170 °C y alta presión, lo que permite extraer compuestos más densos como pigmentos y carbohidratos complejos, responsables de dar cuerpo al café.

Una vez obtenidos los extractos, se procede a eliminar el agua mediante uno de dos métodos: seco por aire caliente o liofilización (secado por congelación). Este último permite preservar mejor los compuestos aromáticos volátiles, logrando así un sabor más profundo y completo.

Luego, ambos extractos se combinan y se enriquecen con aromas recolectados durante el secado, logrando un producto final con mayor riqueza sensorial.

Desde el punto de vista químico, los cristales de café instantáneo contienen aproximadamente:

  • 5% de humedad
  • 20% de pigmentos oscuros
  • 10% de minerales
  • 7% de carbohidratos complejos
  • 8% de azúcares simples
  • 6% de ácidos
  • 4% de cafeína

Gracias a su concentración y bajo contenido de agua, el café instantáneo no solo es práctico para preparar bebidas rápidas, sino que también es un excelente ingrediente para repostería, confituras, salsas y helados, aportando sabor sin necesidad de líquidos adicionales.