☕ Café descafeinado: historia, procesos y seguridad

El café descafeinado fue inventado en Alemania en 1908, y desde entonces ha evolucionado gracias a distintas técnicas para eliminar la cafeína sin perder el sabor característico de la bebida.

El método más tradicional consiste en remojar los granos de café verde en agua para disolver la cafeína y luego extraerla usando disolventes como cloruro de metileno o acetato de etilo. Para asegurar que no queden residuos, los granos se exponen a vapor, lo que ayuda a evaporar cualquier resto del disolvente.

Una alternativa más natural es el método suizo o “al agua”, en el cual solo se usa agua como disolvente. La cafeína se elimina mediante filtros de carbón activado, y las demás sustancias solubles que se habían extraído se reincorporan a los granos para conservar el sabor original.

Durante años, hubo preocupación por los disolventes orgánicos utilizados en algunos procesos, ya que podían dejar trazas mínimas en el café (alrededor de 1 parte por millón). Sin embargo, los estudios más recientes indican que el más común, el cloruro de metileno, es seguro en esas cantidades.

En la actualidad también se emplea un método moderno que utiliza dióxido de carbono en estado supercrítico. Este sistema no deja residuos tóxicos y es considerado una de las técnicas más limpias.

Para tener una idea de la diferencia:

  • Una taza de café regular puede contener entre 60 y 180 mg de cafeína.
  • En cambio, el café descafeinado contiene solo 2 a 5 mg por taza.